Los suelos arcillosos son especialmente comunes en varias zonas urbanas y rurales de nuestro país. Su principal limitación es la alta variabilidad volumétrica en función de la humedad: se hinchan al absorber agua y se contraen durante los periodos secos.
Esto los convierte en uno de los tipos de terreno más inestables desde el punto de vista geotécnico, a menudo causa de asentamientos diferenciales, grietas en las paredes, desniveles en los suelos y otros daños estructurales.